En Inveraray decidí dormir en un hostel y tras dos días durmiendo bajo estoicas lluvias, dar a mi cuerpo una tregua para recuperarse en una mullida cama y comerse un buen desayuno caliente, pues hasta este mismo momento en el que escribo, no había encontrado el gas para mi fogón. Pero cosas de la vida, me levanté peor que si hubiera dormido en mi tienda, que de seguro me hecha de menos.
Aunque hoy esta siendo el día mas lluvioso, es el que más visitas hice, ya que fui a ver un par de castillos y una iglesia de esos que te evocan momentos pasados, donde las afrentas se saldaban a ritmo de espada y las azañas las narraban los juglares.
Malditos Lanister!!
