Escocia, es ese hermoso lugar, donde uno aprende que el verde de los prados, se paga a precio de lluvia...
Mirando los días que ya caducaron, parece que haya pasado una década pedaleando, cuando en realidad, apenas han sido un par de semanas.
El sabor de escocia, pese a no haber probado una gota de whisky, es de auténtico, de un lugar diferente al resto de la vieja Europa, donde la piedra y ese tono verde y azul, junto a nubes imposibles, llena de reflejos tus ojos y de magia tus recuerdos.
En 15 días de peregrinar, llené mis pupilas con decenas de paisajes, de los que sólo capturé 350 fotos, en las 600millas que hice; también recorrí 1000km de los de aquí, sin jamás pinchar y mis únicas decepciones fueron no poder seguir pedaleando. Dormí 2 días al raso, cerca de Ullapool, que sonaban a despedida tras esos 4 hostels visitados, 5 noches en tienda de campaña perdido entre las forestas y otras 4 en los denominados "Camp Site" para darme una buena ducha reparadora, cuando no había cerca un lago bajo cuyas aguas deslizarme.
Dejando de lado los paisajes, esas vacas lanudas y las ovejas suicidas, también existen conejos que campan a sus anchas por los prados y alces de ojos brillantes que atraviesan la oscuridad de las noches.
Aquí detallo la ruta completa de mi viaje, que debido a los dos días esperando amainara la lluvia, no pude llegar a Edimburgo montado encima de la bicicleta, aunque realmente, recorrí bastante más de lo previsto y pese a no tener un plan diario todo fué rodado.
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